Indudablemente el rey de la huerta de verano.
Principalmente producimos tomate rosado, cultivado y seleccionado por tres generaciones seguidas en la misma tierra, lo que nos lleva a un valor tanto nutricional cómo patrimonial sin igual. Es un producto especial y distinguido en el territorio.
Sus frutos tienen una temporalidad bien marcada, siendo julio y agosto su explosión de productividad.